Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

viernes, 23 de septiembre de 2011

"Comer animales (Eating animals)" de Jonathan Safran Foer

Ayer me terminé el libro "Comer animales" (Eating animals) de Jonathan Safran Foer, el que hace el número 102 de los que me he leído este año (se me ha ocurrido la idea de hacer un post a final de año con la lista de todos los libros que me he leído y hacer una pequeña ficha con su reseña, autor, páginas, en qué formato lo leí, etc.). No es la primera vez que leo un libro suyo, de hecho podría decirse que es un escritor al que sigo porque ya me he leído dos novelas suyas antes. Es curioso como llegué a este autor, resulta que había leído una buena crítica de la película "Todo está iluminado" protagonizada por Elijah Wood (joder Frodo, estás en todas partes), la vi, me gustó mucho y pensé que lo más lógico era que el libro fuera mejor (esto ocurre en el 90% de los casos, dejo un margen porque hay algunos libros peores que sus películas) así que me lo compré (edición barata, evidentemente). En "Todo está iluminado" el autor se pone como protagonista en un ficticio viaje a Ucrania en busca de sus orígenes, mezclando comedia y drama (sí amigos, el autor es judío y sus abuelos huyeron de allí como alma que lleva el diablo en una época que todos conocemos) de manera fantástica así que se ganó otra oportunidad. En "Tan fuerte, tan cerca" trata con maestría el drama post 11 de septiembre a través de los ojos de un niño que ha perdido a su padre en los atentados de las Torres Gemelas, y lo hace sin alardes, lo que hace que sientas muy cercana la narración y te haga creer que se trata de una historia completamente real. Así que basándome en la feliz experiencia de la lectura de estas dos novelas me decidí a adquirir (mediante descarga por internet, claro está) el ensayo "Comer animales".
    
Foto de Jonathan Safran Foer
Ante el inminente nacimiento de su primer hijo, Jonathan Safran Foer (es bastante joven, tiene 34 años), se cuestiona a sí mismo su relación con la comida, en concreto con respecto a su consumo de comida animal. Él explica que durante años se ha considerado vegetariano pero nunca de manera radical y sin dejar del todo de comer animales pero que, dentro las cosas a las que le ha dado muchas vueltas con respecto a la llegada al mundo de su hijo, siente la necesidad de conocer toda la información posible sobre los procedimientos que usa el ser humano para que los animales que caza, pesca o cría se conviertan en alimento y así poder actuar en consecuencia. A priori parece un alegato en favor de ser vegetariano pero, pese a que el autor desde el principio muestra su opinión, en realidad se trata de una búsqueda de la verdad, un intento de saber qué es lo que sucede con los animales que nos comemos, para poder reafirmarse o no en su opinión. De este modo viaja por EE.UU. visitando sitios, entrevistando gente, investigando y estudiando toda la información disponible para poder tener una idea clara de la situación. A medida que acompañamos al escritor por todos los lugares que visita (criaderos de cerdos, de pavos, de pollos y de gallinas, ranchos, granjas industriales, granjas clásicas, etc.) él nos va comentando cifras relacionadas con este tema (que aunque produzcan escalofríos, están bien documentadas y sin sesgo de ningún tipo) y, además de contarnos todo lo que ve, transcribe las entrevistas con gente de diferente opinión sobre el consumo de animales (rancheros, criadores, propietarios de granjas industriales, gente de PETA, vegetarianos que trabajan en ranchos o mataderos...), lo que te permite tener una visión amplia y muy completa sobre toda esta historia.

He de reconocer que, pese a que me fiaba del autor (si hubiera sido un desconocido no me habría acercado al libro), tenía cierto prejuicio con esta historia desde mi postura de ser humano omnívoro (y bastante carnívoro, como carne o pescado todos los días) por si me encontraba con un alegato vegano. Sin embargo, aunque yo no he cambiado de opinión sobre el tema (seguiré comiendo carne y pescado hasta que me muera) sí me ha hecho reflexionar bastante sobre el trato que se les da a los animales que consumimos (en la mayoría de los casos es atroz), sobre lo poco que sabemos de la comida en general que llega a nuestros platos, y por encima de todo, sobre las nefastas consecuencias de la industrialización en el mundo de la alimentación, ya que al leer el libro te das cuenta de que las pandemias del siglo XX (y ahora también del XXI) han sido provocadas por el mismo ser humano al forzar la producción en la cría de animales (y eso que el autor no se para a estudiar lo que sucede con las verduras, frutas y demás). Vamos, que merece la pena leerlo (se avanza muy rápido y es muy entretenido) porque hace que disfrutes de otros puntos de vista diferentes al tuyo, te da un montón de información que seguro desconoces y además te hace reflexionar (lo que a día de hoy debería valorarse mucho).

Además de la reseña tengo una anécdota curiosa con este libro. Cuando estuve en Barcelona hace un par de semanas, disfruté del turismo en una ciudad fantástica y con mucho que ver, pero no me encontraba en plena forma emocional y creo que eso mermó el disfrute. Por ello, cuando me paro a pensarlo, creo que el mejor momento del viaje fue cuando me metí una tarde en la Casa del Libro en la zona de las Ramblas para dar una vuelta ojeando libros, y me encontré con aire acondicionado (el calor fuera era insoportable), un cómodo sillón vacío y este libro en mis manos (estaba en una estantería y lo cogí). Estuve 45 minutos allí que se me pasaron como un suspiro y me decidí a seguir la lectura (en mi e-book) cuando volviera a Madrid. Así que eso hice hasta que me di cuenta de que la versión en castellano que tenía estaba incompleta y tuve que tirar de la versión en inglés para las partes que no estaban. Es la primera vez que me leo un libro de tres maneras diferentes, un lío, vamos, pero a mí al menos me ha merecido la pena.

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