Una colección de historias, anécdotas, reflexiones y chorradas varias sin más objetivo que entretener

sábado, 12 de mayo de 2012

Aquel maravilloso "Saras"

Ayer estuve disfrutando de las semifinales de la Final Four de la Euroliga de baloncesto, la primera entre el Panathinaikos griego y el CSKA de Moscú, y la segunda entre el Fútbol Club Barcelona y el Olympiakos de El Pireo. Fue sin duda un gran espectáculo, con cuatro grandes equipos repletos de la mayoría de estrellas baloncestísticas que han jugado en Europa este año. Es cierto que el nivel de juego no estuvo a la altura de la calidad que se les presupone a esos jugadores, pero se trataba de partidos de muchísima intensidad, por lo que es probable que predominara más el miedo a fallar que las ganas de meter (el balón, eh). Pese a todo se pudo disfrutar de la actuación estelar de algunas de estas figuras como el enorme jugón Vassilis Spanoulis (que se merendó al Barça), el mermado pero siempre yugoslavo Juan Carlos Navarro (menos asistido por sus compañeros que el girego, de ahí la derrota), la superestrella NBA Andréi Kirilenko (que se ha quedado en Europa sólo para ganar la Euroliga y sus números son de escándalo) y el eternamente joven Sarunas Jasikevicius, la razón de que escriba hoy.

El caso es que viendo al bueno de "Saras" marcarse un partidazo ayer (que no sirvió para que los suyos ganaran), me vino a la mente la primera vez que le vi jugar. Evidentemente fue algo impactante, básicamente porque recuerdo muy pocas "primeras veces" de otros pájaros de un nivel como el suyo (recuerdo a Ricky Rubio o a Sergio Rodríguez, aunque éste porque me pillaba más a mano) y sólo si tienes alguna referencia anterior (porque su fama le precede o quién le ha fichado) o se marca un partidazo, es cuando prestas más atención. Bueno, en resumen, lo que sucedió es que recordé la primera vez que había visto jugar a Jasikevicius, en concreto se trataba de un partido de hace 12 años (lo que me hizo pensar que ya tengo una edad) en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Yo estaba en casa por la mañana, descansando después de haber hecho los exámenes de septiembre de la universidad (aquel año fueron muchísimos, porque me habían quedado casi todas), y puse la tele para ver qué echaban de deporte y me encontré con el baloncesto. Aunque todavía no era abonado del Estu (y no me había entrado la afición que tengo ahora) la idea de ver el partido que presentaban me llamaba un montón, principalmente porque jugaban los yanquis con algunas estrellas de la NBA. No era el Dream Team pero algún buen elemento sí que tenían, como Jason Kidd, Vince Carter, Kevin Garnett...


Aunque haya pasado bastante tiempo tampoco voy a mentir, entre otras cosas porque es algo que me sigue pasando, yo lo que quería era que palmaran los yanquis. Nunca me ha gustado la actitud de sobrados con la que van, convencidos no de que son los mejores sino de que los otros son mediocres, ni tampoco el que no pasen controles antidoping ni que cuando juegan en competiciones de la FIBA los lamentables árbitros no les piten los pasos de salida (pasos americanos se llaman) que hacen en 9 de cada 10 jugadas. Así que estaba ahí, en toda una semifinal olímpica animando a Lituania como si fueran los míos de toda la vida. Evidentemente a mi animación le ayudó algo fundamental y es que el partido estaba igualado, básicamente por dos razones, la primera es que los yanquis inventaron el juego y lo llevaron a la cota más alta (el Dream Team del 92 con Jordan, Magic, Bird y demás) pero desde entonces cada vez juegan peor en equipo (algo capital en este deporte), y la segunda es que enfrente tenían un tipo de 24 años que se lo estaba poniendo chungo chungo. Era Sarunas Jasikevicius.



Me fijé en él desde el principio del partido porque el comentarista (el inefable Pedro Barthe) dijo que lo acababa de fichar el Barça de Aito García Reneses y como yo andaba un poco desconectado del baloncesto no sabía nada de él. El caso es el que tipo aquel empezó a hacer diabluras desde el principio, anotando de mil maneras difrentes (27 puntos), asistiendo, forzando faltas...En resumen, desquiciando a los americanos, que no sabían cómo pararle. Era un auténtico partidazo, con un Jasikevicius descomunal y unos americanos francamente buenos (aunque peores que los del 92). El partido se iba acercando al final y los lituanos estaban cada vez más cerca en el marcador. De hecho, se acercaron tanto que la última jugada del partido, a falta de pocos segundos tenían la posesión y estaban dos abajo, con lo que un triple certero les metía en la final. El balón llegó a "Saras" que en ese postrero último tiro...Falló. Una lástima. Me pasó como a los lituanos, me quedé con la miel en los labios, con la sensación de que algo grande podría haber pasado (luego esas derrotas fueron más habituales en 2002, 2004 y 2006).


Desde aquella vez he visto a Saras en muchas ocasiones, normalmente haciéndole pasar malos ratos al Estu cuando jugaba en el Barça, aunque también le recuerdo jugar con el Maccabbi y ganar él solo 2 Euroligas, recientemente con el Lyetuvos Rytas (su club de origen) o con el Panathinaikos (con el que ayer completó un partido sensacional pese a la derrota) y, evidentemente, con la selección lituana (con la que se desquitó de la derrota con los yanquis años después), en todos esos sitios jugando muy bien. Sin embargo, no recuerdo haber tenido esa sensación de casi omnipotencia que me dio aquel día de septiembre del 2000, cuando casi gana él solo a la mejor selección de todas.


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